Invertir en el desarrollo en la primera infancia es esencial para que más niños, niñas y comunidades prosperen

Se calcula que un 43% –249 millones– de niñas y niños menores de 5 años en países de bajos y medianos ingresos corren un alto riesgo de sufrir deterioro en su desarrollo debido a la extrema pobreza y el retraso en el crecimiento, esto de acuerdo con la conclusión de la prestigiosa serie de la revista “The Lancet, apoyando el desarrollo en la primera infancia: de la ciencia a la aplicación a gran escala.”

Las investigaciones son contundentes al mostrar que el cerebro infantil se desarrolla con mayor rapidez desde la concepción hasta los primeros años de vida, los cuales constituyen un período crítico de adaptabilidad y capacidad de respuesta a las intervenciones. Carecer de nutrición, estimulación, afecto y protección adecuados en la primera infancia tiene efectos nocivos que repercuten a largo plazo en las personas, las familias, las comunidades y el desarrollo de los países. Es durante este corto periodo de tiempo que se determina en gran medida el desarrollo posible que cada niña y niño puede alcanzar. En Guatemala, la situación de pobreza y exclusión en el que vive la mayoría de la población pone en desventaja el inicio en la vida, hipotecando el futuro del país.

La serie revela que las intervenciones estratégicas e integrales en la primera infancia permitirán romper los círculos viciosos de la pobreza y la desigualdad. La misma, promueve una atención sensible a las necesidades de los niños –salud, nutrición, cuidados, seguridad y aprendizaje temprano–. Solo se requiere de una inversión de apenas 50 centavos de dólar por niño al año, si se combinan con servicios existentes, como los sanitarios.

Se calcula que las personas sufren una pérdida de aproximadamente una cuarta parte del ingreso promedio anual en la edad adulta, mientras que los países pueden perder hasta el doble de su gasto actual del PIB en salud y educación. Las consecuencias de la inacción no afectan solamente a las generaciones presentes, sino también a las futuras. Invertir en la primera infancia debe ser una prioridad. Es ético, estratégico, inteligente y costo efectivo. El doctor James Heckman, premio Nobel en Economía, demostró que, cuando los servicios son de buena calidad, la sociedad puede llegar a obtener un retorno de hasta 17 dólares por cada dólar invertido

En Guatemala, se estima que la población menor de 6 años es de 2,7 millones. Alrededor de 1 millón vive en condiciones de pobreza y 800 mil en extrema pobreza. Muchas niñas y niños presentan desventajas incluso antes de nacer. La mortalidad materna es de 108 por cada 100 mil nacidos vivos, una de las más altas de América Latina. Así mismo, por cada mil niñas y niños nacidos vivos, 30 mueren antes de cumplir el año, el doble que el promedio en América Latina. La desnutrición crónica afecta a 1 de cada 2 niñas y niños menores de 5 años y la cobertura pública en el ámbito del aprendizaje temprano es casi inexistente desde el nacimiento hasta los cuatro años y la educación inicial de 4 a 5 años alcanza al 13.4%.

En su discurso el secretario de SESAN, German González, expresa que es un honor para la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Presidencia de la República, ser parte del lanzamiento de la revista The Lancet, catalogada como una de las mejores del mundo y agradecer a la cooperación internacional que nos permite hacer ésta actividad posible, en especial a UNICEF, OPS/OMS, Plan Internacional y la Embajada de Canadá”.

Según González, la revista The Lancet brinda las herramientas básicas para poder alcanzar el desarrollo de la primera infancia en Guatemala y promueve el pensamiento holístico, sobre los cuidados de los niños menores de tres años de edad, ya que varias investigaciones científicas revelan que el cerebro infantil se desarrolla con mayor rapidez en estos primeros años de vida. “Este capítulo que lleva por nombre The Lancet, apoyando el desarrollo en la primera infancia: de la ciencia a la aplicación a gran escala, destaca que para que un niño pequeño se desarrolle sano se le debe proveer un cuidado cariñoso y sensible, que vele por su salud y nutrición, que responda y sea accesible a sus necesidades, su seguridad y protección, además de promover el aprendizaje desde muy temprana edad, sobre todo hasta los tres años de vida”.

“Reitero mi compromiso y hago un llamado a todos los actores a través de la generación de alianzas unamos esfuerzos con el fin de lograr un desarrollo pleno de nuestra población, dándole el abordaje que se merece al desarrollo de la primera infancia, un período importante para hacer inversiones, ya que de no brindar estimulación, nutrición y atención adecuada a los niños en ésta etapa, puede tener efectos negativos para las familias”, agrega el secretario de SESAN.

Los autores de la serie “The Lancet” hacen hincapié en el papel decisivo que desempeña el sector salud como punto de entrada a las intervenciones para la primera infancia, particularmente en la atención sensible a las necesidades de los niños y las niñas. La capacidad del sector para acceder a las mujeres y los niños durante el período crítico, que va desde la concepción hasta los primeros años representa una oportunidad para integrar intervenciones de bajo costo en servicios existentes de salud y nutrición para la madre y el niño. Se ha observado que estos servicios ayudan a mejorar la calidad de la atención materna y el desarrollo general de los niños, al tiempo que contribuyen al bienestar de los cuidadores.

Los autores proponen varias maneras en que la comunidad mundial puede ampliar el apoyo a los servicios destinados al desarrollo en la primera infancia:

  • Alentar la adopción y la aplicación de políticas sobre creación de entornos acogedores para que las familias proporcionen atención amorosa a los niños.
  • Fomentar la capacidad y fortalecer la coordinación para promover el desarrollo en la primera infancia a través de los servicios existentes de salud, nutrición, educación, así como de los servicios sociales y de protección infantil.
  • Fortalecer la medición y garantizar la rendición de cuentas por parte de los servicios dedicados al desarrollo del niño en la primera infancia.
  • Promover investigaciones, fomentar el liderazgo y la participación mundial y regional.
  • Ampliar la voluntad política y la financiación mediante la promoción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).